Fervor y máxima participación en la procesión del Santo Entierro.
Anoche se celebró la procesión del Viernes Santo, conocida como del Santo Entierro, con una gran afluencia de gente y gran fervor por parte de los asistentes. Como viene siendo habitual, desde que se recuperó la celebración de tal procesión por el párroco del pueblo y administrador apostólico de la diócesis de Segorbe-Castelló, Don Elías Sanz, hará cosa de unos 10 años aproximadamente, se sacaron las imágenes del cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo y de la Virgen de los Dolores. La procesión empezó con puntualidad británica a las diez de la noche, saliendo por la Puerta Mayor de la Iglesia Parroquial. El recorrido de la procesión es: Plaza de Abajo, Media Luna, Calles Arrabal de Santa Ana, Peirón, Calvo Sotelo, Virgen del Pilar, Salustiano Zafón, Carnicería, General Mola y Plaza de la Iglesia. La comitiva tardó unos 20 minutos en realizar tal recorrido, bajo cánticos litúrgicos y con la presencia de velas y luces en los balcones y ventanas de las casas del recorrido. Cada uno de los dos tronos que se sacan en procesión estuvieron acompañados por una comitiva de personas que portaban cirios pascuales. Este año hay que destacar que se ha recuperado una tradición muy antigua del pueblo, que es la presencia de los marrocos, durante varios momentos de la procesión. Los marrocos son los espíritus protectores del pueblo y, durante la celebración de la procesión del Santo Entierro y otras que se celebraban antaño en Zucaina, protegían a los zucaineros ahuyentando a los malos espíritus. Hacía por lo menos unos 50 años que tales personajes no hacían acto de presencia en una procesión. Después de la procesión se escenificaron en el interior de la Iglesia Parroquial, el entierro del cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, depositando tal imagen en la vitrina-sepulcro que se encuentra en el ala derecha de la Iglesia y untándola con aceites y colonias según cuenta la tradición cristiana. - Toni Barrera Escoda.
Varias instantáneas de la procesión del Santo Entierro
Imagen de la presencia de los marrocos, los espíritus protectores del pueblo, durante la procesión.